En 1975, varios niños de Lyme (Connecticut) empezaron a mostrar síntomas inusuales de artritis. Los funcionarios de salud descubrieron que las infecciones estaban relacionadas con una bacteria que se transmite por la picadura de la garrapata de patas negras, también conocida como garrapata de venado.
Este pequeño parásito, originario de la región noreste, ha seguido infectando a miles de personas cada año con la “enfermedad de Lyme”, que recibe su nombre de la ciudad.
Cincuenta años después, en una tarde fresca a mediados de abril en ese mismo pueblo, un grupo de científicos de Connecticut se aventura por los senderos situados más allá de un vecindario erigido en medio del bosque.
Cantoni se detiene justo donde el sendero se funde con la hojarasca y plantas rastreras y arrastra un aparato curioso —un lienzo blanco sujeto a un palo de madera— a lo largo de ambos lados del camino, en busca de garrapatas.
“Algunas personas me pasan por al lado y de seguro piensan que estoy tratando de volar una chiringa”, dijo Cantoni. “La mayoría de las veces, la gente se detiene y me pregunta, ‘Oye, ¿qué estás haciendo?’ o, ‘¿Estás tomando muestras de garrapatas?’”.
La segunda pregunta es la respuesta correcta: Cantoni es técnica del Programa de Vigilancia Activa de Garrapatas (ATSP, por sus siglas en inglés), que forma parte de la Estación Experimental Agrícola de Connecticut (CAES, por sus siglas en inglés). En este punto de la primavera, el equipo realiza su búsqueda en lugares donde las personas (y sus mascotas) podrían tener contacto con las garrapatas, para ver cuán densa puede ser la población.
Después de unos diez segundos, Cantoni voltea al aparato. Hay dos garrapatas sobre el lienzo, una hembra y un macho, nos comenta, mientras coloca con cuidado a los parásitos —del tamaño de una semilla de manzana— en un frasco pequeño.
“Ambos podrían portar patógenos, pero en realidad la hembra, de lomo rojizo, es la que más nos preocupa”, explicó Cantoni. “La hembra suele alimentarse por más tiempo”.
¿Dónde sobreviven y proliferan las garrapatas?
Cualquier garrapata que encuentren será analizada en el laboratorio para detectar diversos patógenos, como Borrelia burgdorferi, la bacteria que causa la enfermedad de Lyme. Este lugar en Lyme es uno de los 40 puntos en Connecticut donde Cantoni, junto a la científica posdoctoral Jessica Brown y la técnica en investigación agrícola Natalie Bailey, recolecta muestras de garrapatas adultas.

Este programa comenzó en la primavera de 2019 como parte de una iniciativa federal y estatal para mejorar el rastreo de las garrapatas y las enfermedades que transmiten. Su objetivo es identificar dónde se están estableciendo las poblaciones de garrapatas, qué tan grandes son y dónde están apareciendo especies invasoras con mayor frecuencia.
En el primer año de muestreo, el equipo encontró garrapatas estrella solitaria y de cuernos largos en dos condados. Los conteos más recientes indican que estas especies se han extendido a cuatro o cinco condados.
“Y eso ya nos dice algo. Por ejemplo, ahora que estamos viendo más garrapatas... ¿Dónde están sobreviviendo?”, explicó Megan Linske, quien supervisa la investigación. “¿Solo sobreviven en la costa o están avanzando hacia el interior?”.
Según Linske, con el tiempo han observado un aumento sustancial en la población de garrapatas y las enfermedades que estas transmiten.
“No solo en Connecticut, sino también en todo el noreste y en Estados Unidos en general”, reveló. “No solo está aumentando su densidad en lugares como Connecticut, donde ya existían, sino que también está aumentando su distribución de forma bastante significativa”.
Según Linske, en promedio, el 50-60% de las garrapatas adultas están infectadas por Borrelia. Mientras más tiempo esté pegada a la piel, más probabilidades hay de que transmita una infección.
Las garrapatas de venado también pueden transmitir patógenos que causan otras afecciones, como la anaplasmosis, una enfermedad que suele presentar síntomas una o dos semanas después de la picadura.
Tu patio: hábitat perfecto para las garrapatas
En las ciudades costeras de Connecticut, como Lyme, las condiciones son perfectas para las garrapatas: clima templado, humedad y la presencia del agracejo japonés, una planta invasora densa y frondosa de unos 2 a 3 pies de altura. Estas conforman un hábitat ideal para estos parásitos.

“Estamos viendo un hábitat ideal para las garrapatas”, dijo Linske, señalando el bosque cercano. “Y todas estas casas están construidas justo en medio del bosque. Así que, cuando sales a tu patio, estás en un hábitat de garrapatas. Esto crea las condiciones perfectas de alto riesgo de infección para estas personas”.
Sin embargo, mucho ha cambiado desde que se detectó la enfermedad de Lyme en la década de 1970. La presencia humana en zonas boscosas es una de las razones por las que las garrapatas se han convertido en un mayor riesgo de salud pública. El cambio climático es otra.
La quema continua de combustibles fósiles ha sido el factor principal del calentamiento atmosférico del planeta a largo plazo. De hecho, 2024 fue el año más caluroso registrado en la historia. El cambio climático no solo afecta la intensidad de la precipitación, el calor extremo y la calidad del aire en Connecticut y otros lugares, sino también a todo el ecosistema.
Linske afirma que es el factor más preocupante cuando se trata de garrapatas.
En Nueva Inglaterra, las temperaturas están aumentando más rápidamente que en el resto de EE. UU. Aunque los brotes de calor se notan más en verano, hay datos a largo plazo que muestran que esos aumentos se producen más en invierno.
Esto significa que más especies nativas de garrapatas sobreviven el invierno, lo que, según Linske, aumenta su densidad en general, especialmente en el caso de las ninfas, que son más difíciles de ver y suponen un mayor riesgo de infección.
Las especies invasoras de garrapatas también son cada vez más preocupantes. Por ejemplo, Linske señaló que se han dado casos de garrapatas de cuernos largos que han picado a personas en el estado, a pesar de que esta especie se alimenta principalmente del ganado y la vida silvestre. En el pasado, también se ha encontrado una cantidad abrumadora de garrapatas estrella solitaria en lugares como Norwalk.
“Puede ser un nuevo comportamiento en una zona distinta, o simplemente hay mayor disponibilidad de huéspedes”, explicó Linske. “Porque cuando tienes una nueva especie en un nuevo hábitat o una nueva estructura poblacional, van a cambiar su comportamiento para adaptarse y sobrevivir en esa área”.
Un futuro incierto para la investigación
El monitoreo estatal llega en un momento crucial. La administración Trump ha intentado recortar los fondos federales destinados a la investigación científica en todo el país y está luchando por revertir políticas y proyectos enfocados en combatir el cambio climático y proteger la salud pública.
Esta inestabilidad ha generado mucha incertidumbre en la comunidad científica.
“¿Hacia dónde va la humanidad si no tenemos datos científicos? ¿Qué nos queda?”, expresó Cantoni. “Si no tenemos datos, ¿qué tenemos? Si no tenemos conocimiento, ¿qué nos queda? Nos queda regresión”.

La Estación Experimental Agrícola de Connecticut (CAES) se financia principalmente con fondos estatales, lo que brinda cierta estabilidad a su labor de investigación. Sin embargo, el financiamiento para el programa de garrapatas, que provenía de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE. UU., fue eliminado en 2024.
Por primera vez, CAES solicitó fondos estatales para apoyar su programa de vigilancia de garrapatas.
En esta sesión legislativa, tanto el gobernador como el Comité de Asignaciones han recomendado en sus presupuestos que CAES reciba $95,000 adicionales por año para el programa de vigilancia de garrapatas en los años fiscales 2026 y 2027.
Según Philip Armstrong, jefe del departamento de entomología de CAES, si se aprueba esta cantidad, aún quedaría un déficit de aproximadamente $155,000 para llegar al monto originalmente solicitado en el contrato con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Añadió que la agencia deberá “ajustarse el cinturón” y recurrir a otros recursos para cubrir el transporte a los sitios de campo, los materiales y los suministros.
Pronto veremos a las pequeñas ninfas de garrapata: estas emergen a finales de la primavera y principios del verano. Al llegar el otoño, comienza otra temporada de búsqueda para los adultos.
Para Linske, este día de caminata por Lyme, Connecticut, es solo una pequeña parte de la visión general que el Programa de Vigilancia Activa de Garrapatas busca capturar este año.
También hace falta la información a largo plazo para elegir el mejor camino a seguir.
“El asunto es que, incluso con todas nuestras estrategias de manejo, las garrapatas están aquí para quedarse”, señaló Linske. “No puedo prever un futuro en el que podamos eliminarlas por completo”.
Protégete
Linske dijo que no quiere disuadir a la gente de salir al aire libre, pero instó a tomar medidas protectoras para reducir el riesgo de encontrarse con garrapatas mientras estás en el bosque o en tu patio:

- Evita las picaduras de garrapatas: camina por el medio del sendero. A las garrapatas les gusta estar en las plantas rastreras, donde el sendero o la hierba se encuentran con el bosque.
- Viste adecuadamente: usa ropa de colores claros, mete las piernas de los pantalones dentro de las medias o usa polainas, y trata tu ropa con permetrina (un repelente), de ser necesario.
- Al regresar a casa luego del paseo, verifica para comprobar si tienes garrapatas: revisa tu piel y la partidura del cabello. Si encuentras una garrapata, retírala con pinzas. Si parece que la garrapata ha estado adherida varios días, contacta a tu médico.
- Si te pica una garrapata: monitorea cómo te sientes, y si experimentas síntomas como fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares o fatiga, consulta a un médico.