“Se pueden cruzar los siete mares para alcanzar un sueño, pero no hay ningún sentimiento como el de regresar a casa”. Esa es la definición del éxito para Brenda Torres Muñoz, empresaria puertorriqueña que triunfó hace tres décadas con su restaurante boricua en New Britain, Connecticut.
Ahora, “The Mother of the Puerto Rican Food”, como se conoce a la empresaria en el barrio Latino de Connecticut, ha establecido su primera localidad en la isla y la tercera de su empresa gastronómica con el objetivo de exaltar el valor de la cocina puertorriqueña.
“Se ha perdido el sabor puertorriqueño real en el ajetreo de los días. Yo no creo en los brunch, lo que yo quiero, con regresar a la isla, es devolverle a los ciudadanos la autenticidad y frescura de la comida puertorriqueña”, estableció Torres Muñoz.
El viaje de regreso a Puerto Rico ha sido largo.
El amor por la cocina comenzó gracias a sus padres, quienes por 28 años fueron propietarios de un restaurante en Juana Díaz llamado El Restaurante de Todos.
Se dice que en el restaurante de los padres de Brenda se inventó el mayoketchup, la salsa producto de la combinación de mayonesa y el condimento de mesa tipo puré basado en tomates, pimientos verdes, cebolla, y vinagre.
“Lo hicieron, por primera vez, junto a un plato de chicharrones de pollo con tostones”, narró con emoción la dueña de Criollísimo Restaurant a El Nuevo Día.
En medio del deterioro económico progresivo que comenzó en Puerto Rico, en la década de 1980, muchos establecimientos se vieron obligados a cerrar sus puertas, incluyendo El Restaurante de Todos. La pérdida del sustento propició que los padres de Brenda se mudaran a Connecticut para trabajar de cocineros en el negocio de unos amigos.
Fue en 1987 cuando Torres Muñoz, con 27 años y muchas metas por delante, dejó la isla para mudarse con sus padres a Estados Unidos, quienes habían llegado en 1986.
Brenda llegó un año después porque intentó estudiar en Puerto Rico, pero no tuvo los recursos suficientes para quedarse. Poco sabía que ahora estaría cumpliendo 36 años desde que la apodaron “The Mother of the Puerto Rican Food” en New Britain.
El primer Criollísimo
Llevaba seis meses en Connecticut. Un día, cuando regresaba a casa caminando por la calle Arch en el Barrio Latino surgió la idea.
“Yo vi tanta necesidad del sabor auténtico de Puerto Rico, allí vivían boricuas que llegaron antes de la Segunda Guerra Mundial y hace más de 30 años que no se habían comido un buen plato criollo”, explicó la empresaria puertorriqueña.

En su caminata se había fijado en un pequeño espacio, era una panadería polaca, y supo que era el perfecto. Le dejó saber a su padre que lo quería y así fue. Alquilaron el local y comenzaron a vender, únicamente, sándwiches, porque no tenían dinero para hacer una cocina industrial.
Brenda seleccionó el nombre Criollísimo en honor al sabor auténtico de Puerto Rico. En el logo dibujó un gallo con una bandera de Puerto Rico pensando en el canto de los gallos al amanecer del día en la isla.
Se hizo famosa por sus sándwiches al estilo boricua; jamón, queso y huevo, tripleta, pernil, carrucho, bistec, langosta y más. Abría de 3:00 p.m. a 12:00 a.m. y, a veces, se quedaba hasta las 3:00 a.m. esperando que cerraran los bares aledaños para vender más.
Al principio, conseguir los productos fue difícil. Utilizaba un pan, parecido al pan “sobao” puertorriqueño, que le proveía un horno italiano que llevaba 100 años en la ciudad. Para los mariscos, viajaba a Nueva York en busca de los mejores.
El arroz y el pernil asado en la calle Arch
Pasaron dos años y, en 1988, cuando apenas contaban con un espacio de unos 20 pies cuadrados, compraron el edificio. En unos 200 pies cuadrados incluyeron un área de comida, hicieron la cocina y Brenda incorporó platos puertorriqueños más elaborados.
“Cuando comencé a hacer el arroz con gandules y el pernil asado, la gente quedaba loca porque estaba bien hecho”, enfatizó Torres Muñoz. Hoy día ese sigue siendo el plato más vendido: arroz con gandules, pernil asado y maduros.
Sin embargo, hay otros especiales para degustar, tales como arroz blanco y habichuelas, carne frita, costillas de cerdo, pollo asado, mofongos rellenos y sus favoritos: los guisos.
“El guisado de ternera, el bistec guisado, la carne guisada, los garbanzos guisados... para mí, eso es sagrado en el plato puertorriqueño, y me recuerda a mi abuela”, sostuvo la emprendedora.
En Criollísimo los clientes pueden ordenar para llevar o para sentarse a comer en el espacio, donde caben hasta 50 comensales. Todos los días más de 70 puertorriqueños, latinos y locales hacen fila, y esperan hasta media hora para ordenar. El restaurante está abierto de 10:00 a.m. a 7:00 p.m.
“Hay personas que me dicen que si no se detienen aquí a comer (en Criollísimo Restaurant en Connecticut), no pueden seguir para su casa porque sienten que les falta algo”, expresó la puertorriqueña.
Cuando Criollísimo comenzó cocinaba Brenda. Al momento, aunque no esté presente, se siguen utilizando las mismas recetas de hace 36 años, que son basadas en lo que aprendió de su mamá.
“En ese momento, cocinábamos desde las 6:00 a.m. Yo la ayudaba a fregar, después cambiábamos y así todo el día. Yo le decía a mami que no se quitara, aunque hicieramos $100 diarios”, narró Torres Muñoz.
Su cocinero actual es boricua y todo se hace fresco, “el mismo día”, aclaró. Los ingredientes son secretos, pero sí confesó que utiliza una mezcla de dos adobos, uno blanco y uno oscuro.
Su éxito fue tal que los estadounidenses comenzaron a llamarle “The Mother of the Puerto Rican Food”. En 1992, cinco años después de hacer realidad su sueño, la mujer dejó de vender sándwiches y se dedicó únicamente a platos principales o fuertes hasta el presente.
La oportunidad
Pero los clientes extrañaban los famosos sándwiches de Brenda y el café puertorriqueño y el año pasado, un local frente a Criollísimo quedó vacante. Brenda no perdió la oportunidad. En ese espacio, surgió Criollísimo Sandwich Shop.
“Brenda, yo no me comía un sándwich así, de panadería, desde que me mudé de la isla hace 20 años”, es una de las reacciones que recibe constantemente la cocinera.
A los clientes, les trae recuerdos de la infancia, porque muchos no tienen los recursos para viajar a Puerto Rico, explicó.
El regreso

En marzo pasado, Brenda repitió la historia.
Estaba de vacaciones en Cabo Rojo y se fijó en un local vacío a la entrada de la playa Buyé.
“Y si traemos un Criollísimo a Puerto Rico”, pensó.
Han pasado tres meses desde que Brenda alquiló, preparó e inauguró el nuevo espacio que lleva por nombre Criollísimo Coffee Market. Está abierto de 6:00 a.m. a 6:00 p.m.
Además de desayuno, Criollísimo Coffee Market ofrece un especial del día para almorzar y vende entremeses que las personas pueden llevar a la playa. También, cuenta con frutas, verduras y café de fincas locales.
“Este espacio es pequeño, pero para mí es gigante. Me enorgullece traer un concepto a la isla con el sabor auténtico de una panadería de pueblo y, el que sueñe con volver, créame que sí se puede”, dijo la boricua.
